domingo, 10 de noviembre de 2013

Me cargan los gringos.

Esos gringos que llenan cualquier espacio de chillidos, frases hechas y clichés, esos gringos que pasan por sobre todo, que se sienten dueños del mundo por ser gringos, que asumen que viven en el sueño americano y que no hacen otra cosa que estropear los caminos por los que transitan sin saber nada, absolutamente nada de lo que significa el respeto por los sueños de los demás. Me carga que se digan americanos, porque no lo son. Me carga que asuman que su lengua es universal y que obliguen a otros a escuchar sus chácharas sin sentido y a mirar sus cuerpos asquerosos, obesos y rosados.

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